viernes, 26 de enero de 2018

Argentina: blanca, europea y aluvial 2.0


Muchos/as de quienes pasan o pasamos por el CBC, o incluso en algunos casos en el último año del secundario, leemos sobre historia argentina el clásico libro Breve historia de la Argentina, de José Luis Romero (actualizado por su menos distinguido hijo, Luis Alberto). Uno de sus capítulos abarca el período 1880 a 1930 con el título “La era aluvial”. Se construyó el Estado, se construyó la Nación. Llegaron los habitantes.

“En Sudamérica todos somos descendientes de europeos”
En la conferencia de Davos, el presidente argentino Mauricio Macri pronunció la frase anterior. Como historiadores/as que nos dedicamos a la divulgación creemos necesario tomar parte de los debates públicos en los que sentimos que podemos aportar algo con nuestras voces, como lo hemos hecho en anteriores ocasiones. 
Si bien el presidente se remitió a Sudamérica, nosotros/as nos centramos en responder acerca de Argentina. Pero vale una aclaración. Una de las críticas que se le hizo a esta frase partió de este mismo supuesto, prejuicio, axioma, rescatando algo así: “Habló de Sudamérica en general, que tiene más cantidad de indígenas que Argentina”. Por un lado, esto es correcto. En términos numéricos, tanto absolutos como relativos, por ejemplo, en los países andinos; o incluso de forma fundamental en la construcción de algunas culturas nacionales de nuestra región, como puede ser la identidad guaraní en el Paraguay. Pero por otro lado, este tipo de respuesta parece compartir la idea de que Argentina sería más europea que el resto de los países del continente. No sólo esto es falso, sino que, en respuesta a la frase, es una falacia: con que un solo habitante de Sudamérica y/o de Argentina no sea descendiente de europeos ya anula ese “todos”.

El mito de la nación blanca
En la "era aluvial" se habría conformado un "crisol de razas": los inmigrantes italianos y españoles, junto a quienes llegaron en menor medida desde otras latitudes, se mezclaron con los criollos dando origen al "argentino". Esta es una mirada básicamente porteñocéntrica. Buenos Aires fue reconstruida a finales del siglo XIX y comienzos del XX por la oligarquía gobernante, en los tiempos de auge del Modelo Agroexportador, a imagen y semejanza de Francia. Buenos Aires era para ellos la París de América.
Este mito arragaido en el porteñocentrismo dominante se topa con el proceso de migraciones internas, en las décadas centrales del siglo XX. En estos momentos, la imagen de una Argentina blanca y homogénea se hace trizas al toparse con la pluralidad racial y cultural de nuestro país. Ahí se evidencia lo falaz de la idea del argentino como blanco y europeo. La mayoría de los argentinos no eran blancos ni europeos. Sin embargo, por más que el mito sea falso, sigue actuando en el sentido común porteño. El peso del prejuicio racial se ha hecho carne en la identidad de clase media, que asumió su lugar en la argentinidad como la de esta hegemonía blanca y europea. Argentina entonces sería entonces blanca, europea y de clase media, llegando incluso a extenderse la idea de que quienes no cumplen con ese canon son extranjeros. Esto se acentuó en los años noventa, generalizandose la idea de la extranjerización de la pobreza. Los pobres son un "otro": ya no son vistos como argentinos, sino entendidos como inmigrantes de países limítrofes.

(Re)invisibilización
Esta frase no sólo invisibiliza a los pueblos originarios y sus descendientes. Centrarse sólo en ellos es invisibilizar a otros grupos, al dividir la sociedad en: originarios de América e inmigrantes de Europa. Pero, los inmigrantes en Argentina, ¿sólo llegaron desde Europa? Evidentemente no. Podemos encontrar provenientes del “Lejano Oriente” comunidades chinas, coreanas y japonesas; armenios, turcos y sirios del “Cercano” y “Medio”; senegaleses, ghaneses, nigerianos, cameruneses, etc. desde Africa. A su vez, los españoles no llegaron únicamente en los siglos XIX y XX. Durante la colonia se fue construyendo un grupo "racialmente" diverso como el de los criollos, aceptados como descendientes de europeos pero cultural y étnicamente diverso.
Pero además, no todos los ascendientes de los y las sudamericanos/as vinieron como resultado de procesos migratorios, sino que fue muy importante la trata esclavista durante el período colonial y, en algunas regiones, hasta muy avanzado el siglo XIX. A pesar de una visión hegemónicamente instalada, Argentina también tiene sus raíces en la población africana esclavizada, que ha sido mucho más invisibilizada que cualquier otro grupo.


El revisionismo “sui generis” del gobiernoEsta frase se puede incluir dentro de una genealogía de revisionismo "sui generis", pronunciada por el mismo presidente, funcionarios gubernamentales o instituciones. La "angustia de tomar la decisión de separarse de España" no fue un proceso revolucionario en esta mirada y las guerras de independencia son dejadas completamente de lado. Güemes fue un emprendedor de la libertad personal, no un caudillo popular. Los dictadores del siglo XX argentino son simples presidentes. Y por supuesto, el discurso sobre los setenta y el recurrente negacionismo estatal. 
No sabemos si es mérito de los profesores de Historia del Colegio Newman o creación propia del "mejor equipo de los últimos cincuenta años", pero esto sí: la visión histórica de este gobierno no puede ser criticada por falta de creatividad.

Otras respuestas
Entrevista a Laura Fejerman en Página/12

Alejandro Grimson en Página/12

Revista Sudestada

Fabio Wasserman en C5N

Materiales
[Re]pensar la Inmigración en Argentina

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...