martes, 20 de agosto de 2013

Ilustrando la ilustración 3: Aquellos hombres pobres

Ya estamos por una tercera entrega de posteos dedicados a la dichosa ilustración. Hablamos en el primero sobre las discusiones en torno a ella y como las visiones más modernas mostraban un panorama social complejo que influía en la ilustración y el futuro de la cultura europea que sus grandes nombres.
En el segundo observamos como, incluso viendo a estos hombres de letras, había más cambios en la forma de socializar y vivir que en sus pensamientos y esto cambios fueron la mayor innovación de esta primera mitad del siglo XVIII. Ahora vamos a ver que hay otro lado, uno mucho más oscuro pero interesante que estos hombres que se juntaban a cambiar el mundo desde su pensamiento. Estamos hablando de las clases medias y bajas de la sociedad europea. 

Para empezar, hay que entender en donde estamos parados. El siglo XVIII es un siglo muy importante principalmente, porque nos encontramos en uno de los auges económicos más grandes de la historia europea. La llamada crisis del siglo XVII quedó atrás pero con ella aparecía un nuevo mundo económico y empezaba a nacer el capitalismo. Estos cambios sociales generaban sobre todo mucho movimiento. Los centro económicos de Europa cambiaban del sur hacia el norte, los campesinos se mudaban a la ciudad en busca de nuevas oportunidades, las clases sociales cambiaban de posición y nuevos sectores, como los obreros masificados, aparecían en escena. Como siempre en la historia humana los cambios de lugar generan nuevas relaciones sociales, y estas nuevas relaciones siempre dejan pensamientos nuevos. 

El gato con botas de Perrault
Es así como las clases sociales bajas y medias influyeron mucho más a las altas y viceversa, a su vez el pensamiento campesino irrumpió en la ciudad. Una muestra de esto último nos aparece en los famosos cuentos de Charles Perrault: “Les Contes de ma Mère l'Oye”. En ellos Perrault recopila los cuentos que su niñera de origen campesino había contado por generaciones. Estos cuentos se usaban para divertir a las clases altas parisinas, y por momentos para entretener a los niños. Pero un objetivo muy diferente tenía para esta campesina que los había escuchado y contado por generaciones para advertir los peligros de la vida rural, sin ideas de moralejas complejas o finales felices. Perrault, como vemos, ya con el solo hecho de escribir un libro, nos muestra un traspaso de pensamientos del campo a la ciudad y de las clases bajas a las altas. 

Claro que esto no empieza ni termina con los cuentos de Mama Oca. Los hombres de las clases medias aportaban mucho conocimiento y experiencias a la cultura de la época de a ilustración. A veces podía ser a propósito, como en los múltiples casos de autobiografías de artesanos. En estas producciones casi literarias, se quería, en realidad, mostrar de una forma practica la experiencia para poder enseñar a las futuras generaciones el oficio. Pero casi sin querer, esas experiencias podían volverse verdaderos éxitos comerciales y terminar siendo leídas por toda Europa. 

La gran matanza de gatos
en la calle Saint-Severin
Claro que no todo es color de rosa en este panorama. Lo más interesante para ver en la historia son los conflictos. Y las clases populares y medias aportaron mucho a esto. En una autobiografía similar a las nombradas, por ejemplo, se describe un conflicto local muy perturbador: “la gran matanza de gatos en la calle Saint–Severin”. Con esta singular acción (que solo con el nombre se describe), se resume los conflictos entre los obreros con su origen cultural campesino (donde los gatos y sus asesinatos son parte de carios ritos comunes) y los crecientes capitalistas que no sospecharon que con esta cruel matanza se les estaba burlando (la gata de la esposa del burgués, había sido una de las principales victimas). Igual no solo en lo local se quedaban las quejas que recorrían toda la sociedad europea. En Francia, por ejemplo, las criticas al régimen de Luis XV no solo correspondían a los grandes filósofos ilustrados. Las mismas recorrían toda clase de cánticos y cuentos populares que se trasmitían por todas las calles de París. Estos cantos que ahora son recuperados por manuscritos muy precarios de sus supuestos compositores (aunque casi nunca son originales), criticaban a este monarca por sus excesos libertinos y por sus “cuernos” frente a la reina. Lo mismo pasaba con fabulas y cuentos populares que parecían hablar de países lejanos pero obviamente criticaban a este Rey. En los libros populares también existían fuertes críticas sociales y políticas. Pero con la censura en su mejor momento, tenían que ser escondidos de alguna forma. La respuesta más útil fue la pornografía que no solo era entretenimiento si no que nos mostraba un sin fin de criticas tanto
sociales como políticas a toda Francia.
Famoso grabado de William Hogharth
Saliendo de Francia, tenemos a William Hogarth, famoso artista inglés que no dudo en criticar en sus grabados humorísticos a casi toda la alta sociedad inglesa. Estos grabados eran consumidos por clases altas como bajas que seguramente se veían identificados con las críticas que muchas veces dejaban bien parado al campesino o al pobre urbano. 

Y así vimos un mundo muy movido. Clases altas influenciando bajas y bajas influenciando a altas. ¿Los ideales de igualdad, libertad y las críticas al Rey habían salido solo de las cabezas de los hombres ilustrados? Claramente no, las clases populares influenciaron mucho en un mundo europeo que dejaba su pasado atrás para un futuro mucho más movido. 

Ver más en:

Darnton, Robert. La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa. Mexico D.F. : Fondo de Cultura Económica, 2009.

Darnton, Robert. El coloquio de los lectores. Ensayos sobre autores, manuscritos, editores y lectores. Mexico D.F. : Fondo de Cultura Económica, 2003.


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