jueves, 15 de septiembre de 2011

La revolución y el pueblo

La mayor parte de los argentinos podemos recordar seguramente haber participado o visto alguna vez aquellas típicas obras escolares, con algunos chicos y chicas disfrazados de negritos y negritas, otros bailando chacareras y malambos y, muchas veces, con los protagonistas -aquellos papeles tan codiciados por muchos, que acaparaban siempre unos pocos- disfrazados de Saavedra, Moreno, Paso, Belgrano, etcétera, “haciendo” la Revolución de Mayo (y claro, Mariquita Sánchez de Thompson o alguna otra esposa para que hubiera alguna protagonista femenina). Ahora, ¿la Revolución de Mayo solo fue un hecho puntual realizado por unos pocos iluminados mientras que un montón de negritos vendían agua y otro montón de negritas ofrecían mazamorra y empanaditas calientes por la calle?

A lo largo de la historiografía argentina muchas veces pareciera que se siguió ese esquema de unos pocos protagonistas, donde la mayor parte de la gente solo obedecía y no cambiaba nada. Por suerte, en los últimos años estas imágenes han comenzado a cambiar.

Conviene primero imaginar a la Buenos Aires de ese momento. En cierto punto, si recordamos la típica imagen del manual escolar podemos pararnos en la entonces Plaza Mayor (donde ahora está la Plaza de Mayo), frente al Cabildo y ver a muchísima gente de distintos colores y orígenes, realizando muchas actividades distintas. Podemos entonces darnos cuenta de que la plebe de Buenos Aires (como se la llamaba entonces) era muy diversa. Pero más allá de esto, y retomando nuestra pregunta, ¿cuál fue el papel de esta masa heterogénea tanto étnica, como social y laboralmente?

Como dijimos, la historiografía argentina ya empezó a dar algunas respuestas a esta pregunta. ¡Viva el bajo pueblo!, de Gabriel Di Meglio, busca analizar el papel de la plebe urbana de Buenos Aires en la política entre 1810 y 1830, y mostrar su influencia determinante en los sucesos políticos de la época. Para él es imposible entender lo sucedido en esos años sin tener en cuenta la participación plebeya. Ahora bien, a la hora de pensar y ver esa participación es imposible restringirse a los ámbitos tradicionales de la política.
La plebe se expresaba principalmente a través de otras formas: las manifestaciones populares ligadas a los eventos políticos, los levantamientos militares, la circulación de rumores, las canciones patrióticas y los periódicos y su lectura pública en los distintos ámbitos de sociabilidad plebeya, entre otros. Rastrear fuentes para analizar estas cuestiones, sin embargo, implica muchísimo trabajo para el historiador. En general la actuación de los grupos plebeyos no era tenida en cuenta por los sectores dirigentes de la sociedad, que eran los que sabían leer y escribir en mayor medida y por lo tanto los que registraban por escrito lo sucedido. En este caso, el historiador no puede limitarse solo a los archivos más tradicionales, como buscar en la legislación, sino que resulta fundamental encontrar datos que hablen sobre el papel de los sectores populares. Estas menciones no suelen ser intencionales y muchas veces son versiones sesgadas por los prejuicios de los escribientes, lo cual debe ser tenido en cuenta a la hora de analizarlas. Las fuentes judiciales resultan fundamentales para estas investigaciones, dado que muchas veces las actividades de los sectores populares eran juzgadas fuera de la ley y quedaban plasmadas en causas penales y criminales. Además la costumbre colonial, que continuaba en esta época, de reclamar derechos que los sectores populares consideraban propios, hace que muchas veces aparezcan sus reivindicaciones en archivos judiciales. Para lograr reconstruir el papel de la plebe en la política, estas fuentes deben combinarse además con otras, como por ejemplo relatos de viajeros, correspondencia privada, memorias de distintos protagonistas, periódicos, los bandos del cabildo y las disposiciones gubernamentales, informes dados a los distintos gobiernos, las solicitudes de la población a los mismos, cancioneros populares, etcétera. 

Pasemos ahora a lo que sabemos de la participación popular en la época. Las milicias, que tenían una importante composición plebeya, tuvieron un papel muy importante a partir de las invasiones inglesas. Luego de estas fueron tomando más fuerza, transformándose en un actor central de la política criolla, - como ya se resaltó en otro artículo-. A partir de la Revolución de Mayo, se iniciaron una serie de prácticas que devinieron en tres formas de participación plebeya en los diez años subsiguientes: la intervención en las disputas facciosas entre la elite, las fiestas revolucionarias y el motín militar.

Las intervenciones en disputas facciosas, en general, eran organizadas por miembros de la elite, pero las motivaciones que tenía la plebe para participar en ellos se debía más a ciertas convicciones arraigadas en ella que a los objetivos que tenían estos dirigentes. Las fiestas revolucionarias eran generalmente organizadas por el gobierno y en ellas participaba toda la población de Buenos Aires. Estas fueron decisivas para la adhesión a la causas generales, pero sin embargo muchas veces podía verse desbordado lo planeado por los organizadores convirtiéndose en verdaderas expresiones populares. Por último, los motines militares no estaban dirigidos por miembros de la elite, sino que eran movimientos protagonizados generalmente por cabos, sargentos y soldados –que eran en líneas generales plebeyos- en defensa de lo que consideraban un derecho (no necesariamente igual para todos), lo cual era una práctica muy común en la sociedad colonial. La militarización le dio a la plebe otra manera de defenderlos, con las armas en la mano. A diferencia de ciertas visiones más antiguas, Di Meglio no considera que la profesionalización de las mismas con el objetivo de controlarlas se haya logrado en 1811, sino que él ve que estas formas vuelven a tomar importancia a partir de 1815.

La importancia dada en el momento a la movilización plebeya se vincula con que a pesar de que no existía todavía una república consolidada y una democracia efectiva, luego de la Revolución de Mayo si se consideraba que la soberanía residía en el pueblo, con lo cual su opinión, interés y apoyo era fundamental tanto para resolver conflictos como para obtener la legitimidad para gobernar. Los primeros caudillos, como Dorrego, empezarán a apelar a una retórica popular para encolumnar a la plebe y ganar sustento político basándose en esa legitimidad. Esto dio comienzo a muchas nuevas situaciones, que se materializarán luego en el apoyo popular del que gozará el federalismo por usar este tipo de discurso popular, pero esa ya es otra cuestión…

Para ampliar se puede ver:
Nombre: ¡Viva el bajo pueblo! La plebe urbana de Buenos Aires y la política entre la revolución de Mayo y el rosismo
Autor: Gabriel Di Meglio
Editorial: Prometeo
Año: 2006

3 comentarios:

  1. "Las milicias, que tenían una importante composición plebeya, tuvieron un papel muy importante a partir de las invasiones inglesas." Me quedo con esa frase, siempre los plebeyos nos rompimos/emos literalmente el culo para salvar a este país y para que unos pocos se regocijen. Lo interesante es como se unían los grupos étnicos en estas milicias, incluso creo que el Regimiento de Patricios, que se creo en las invasiones inglesas en 1806 estaba integrado en su mayoría por gitanos, suena raro al ser una minoría étnica en la Argentina y por ser prejuzgados muchas veces por la sociedad, pero es otro claro ejemplo de como la historia abofetea a los pre juiciosos mostrandoles la verdad.
    En fin creo que ya me estoy por ir por las ramas, pero me resulta muy interesante el entorno social del 1810 en Buenos Aires, muchos intereses y poderes en disputas generando bandos opuestos constantemente y conflictos a la larga, pero de eso se trata la historia argentina que tan rica es.
    Felicitaicones Belen por el texto y un abrazo a mi amigo el señor Federico Angelome.

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  2. Muchas gracias Darío.
    Justamente, lo interesante de todo esto es ver como todos a nuestra manera participamos de la historia, todos actuamos en el mundo que nos rodea y en nuestras interacciones tomamos decisiones que por intrascendentes que nos parezcan pueden ser muy importantes, desde participar en una elección, en una marcha, en una huelga, etc.
    Y al estudiar historia uno no puede olvidarse de eso, de que hubo mucha gente que, a pesar de no quedar en los libros tradicionales, cambió la historia por las decisiones que tomó en un contexto de muchos cambios. Y no nos olvidemos, de todas formas, que los cambios no los hace una persona sola, los hacemos entre todos.
    Creo que pensar las cosas de esta manera ayuda además a desmitificar cosas como la revolucion de mayo y como decis, ver que había muchos intereses en disputa, asi como también distintas visiones del mundo y distintas aspiraciones sobre como debía ser.

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  3. Muy bueno todo el blog! Sigan así! Los felicito!

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