viernes, 29 de abril de 2011

Escenas perdidas: el cine en los años oscuros

En el marco de este segundo especial temático sobre la última dictadura, este artículo quisiera presentar una mirada no enfocada de manera exclusiva en la política, la economía y la violación de los derechos humanos. Con la llegada del proceso no sólo habría de buscarse la imposición de un “orden” político-social, sino que éste afan se extendería al plano de todos los aspectos de la vida cotidiana y cultural. Hemos elegido aquí presentar la influencia de este momento histórico a través de un medio de difusión como es el cine.
Retomando la idea del primer artículo del especial, puede decirse que la censura no es un fenómeno exclusivo de la última dictadura militar, sino que muchos de sus rasgos habrían de prefigurarse durante el gobierno de Onganía. Recordemos que en ese momento la vieja frase conocida: “propiedad, familia y religión” se mostraría en todo su esplendor. En este sentido la censura no se limitó sólo a la persecución de las ideas subversivas, sino que en ese momento el interés principal estaba puesto en filtrar aquellos elementos “que pudieran atentar contra la estructura moral y sociocultural de todos los argentinos”. Existía un deber ser del hombre argentino y el arte no podía alterarlo ni desviarlo de su camino.
Este rasgo queda plasmado en una serie de leyes que buscaban limitar y controlar la producción y distribución cinematográfica. La primera se ubica en el año 1968 (ley 18.019), con la cual se crea el Ente de Calificación Cinematográfica. Ésta persistirá hasta el retorno de la democracia experimentando diferentes orientaciones: durante las dictaduras del ’66 y del ’76 ésta se aplicará con todo rigor, mientras entre el ’73 y el ’76 la misma revelará una mayor flexibilidad que dará lugar a una fructífera producción cinematográfica. En su propio enunciado esta ley se muestra como contradictoria ya que, si bien establece que “no puede restringirse la libertad expresión cinematográfica en cualquiera de sus expresiones, sin embargo quedan prohibida las escenas o películas en las que: 1) se justifique el adulterio y cualquiera otra cosa que atente contra el matrimonio y la familia ; 2) se justifique el aborto, la prostitución o las perversiones sexuales; 3) la penetración de escenas lascivas o que repugnen a la moral y las buenas costumbres, 4) la apología del delito, 5) en las que nieguen el deber de defender a la patria y el derecho de sus autoridades a exigirlo y 6) las que comprometan la seguridad nacional afecten las relaciones con países amigos o lesionen las instituciones fundamentales del estado”.

Resulta importante detenernos un minuto en analizar estos ítems. Ya hemos mencionado la importancia del valor moral que tenía en la sociedad la estructura patriarcal legitimada por una vieja aliada: la Iglesia; sobre todo durante el gobierno de Onganía. Este aspecto buscaba contrarrestar el nuevo proceso cultural que nacía en la juventud en busca de una sexualidad menos represiva. Si analizamos el punto cinco encontramos: la construcción de la idea de que aquél que presentara ideas contrapuesta con las impuestas desde el gobierno militar atenta contra la patria. Noción que busca justificar sus acciones y legitimar la ocupación del poder ejecutivo en manos de las fuerzas militares. No podemos pensar en películas que atenten las relaciones con países amigos como en el caso de EEUU. Es curioso que se señale como importante preservar el interés de las instituciones fundamentales del Estado cuando éstas fueron usurpadas, vaciándolas de contenido.
Quebracho, de 1974.
Como se ha mencionado arriba la aplicabilidad de esta ley no fue la misma durante esos 15 años. Durante el período del ‘66 al ‘76 el campo cinematográfico se dedica a realizar una producción de un riquísimo contenido social, que habría de agruparse bajo el nombre de “Cine Liberación” cuyos iniciadores serían Fernando Solanas y Octavio Getino. Durante el gobierno de Ongania películas como La Hora de los Hornos serían exhibidas de manera clandestina en sindicatos. Con el retorno de un gobierno democrático en el 73, esta temática se reactivaría aumentando enormemente su producción cinematográfica: películas como Quebracho de Ricardo Wullicher, La Patagonia Rebelde de Héctor Olivera y Operación Masacre de Jorge Cedrón estarían llenas de un fuerte contenido social y político buscando denunciar las injusticias en la sociedad.
Todas estas creaciones pueden entenderse en un contexto de producción intelectual asociado a la teoría de la dependencia conforme a la cual, desde sus orígenes la Argentina se habría visto sometida a una relación de dependencia económica fomentada por el capital extranjero. Ante este contexto de participación y movimiento con fuertes reclamos sociales, los gobiernos militares buscarían atacar no sólo con el uso de la coerción articulada desde el aparato estatal; sino también con la persecusión de todo este tipo de expresiones intelectuales y artísticas. El cine no escaparía de ello: la realización de películas de denuncia quedaría vedada. Sólo tendría lugar en el exilio.
Insaciable, de 1979.
En la última dictadura el objetivo principal residiría en la eliminación de aquellas ideas político-sociales consideradas “subversivas”. Por ello durante este período (1976-1983) la producción estaría abocada a la proyección de films dedicados a otros aspectos de la vida social. Las películas de tinte picaresco, por ejemplo las de Olmedo y Porcel como Mi mujer no es mi señora (1978) o Con mi mujer no puedo (1977), si bien no habría de separarse de conceptos morales como los que toda mujer que no se encuentre dentro del ámbito familiar es prostituta; cumplirían un rol fundamental como válvula de escape dentro de la tensión de la época. No obstante, esto no significaría una tolerancia absoluta a las películas de contenido erótico, muchas escenas de este tenor serían cortadas de las películas por la famosa figura de “Tato”, el censor. Un claro ejemplo de esto serían las películas de la Coca Sarli donde varias escenas fueron censuradas. Esto ocurriría en la película Insaciable, que si bien se había realizado en el año 1979, la versión original no habría de verse sino una vez acabado el gobierno militar.
Con el retorno de la democracia mucho de este rico material cinematográfico sería recuperado y exhibido en los cines nacionales. Sin embargo su temática de fuerte carácter social no habría de volverse a desarrollar, temas como la democracia, los derechos humanos y la memoria ocuparían un lugar predominante en la filmografía de la época.


Fuente: Jorge Miguel Couselo, Mariano Calistro, Claudio España, Ricardo García Oliveri, Andrés Insaurralde, Carlos Landini, César Maranghello, Miguel Ángel Rosado; Historia del Cine Argentino. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1992.

Bonus: Entra a la sección de Descargas, y mira una lista de canciones censuradas entre 1969 y 1983.

2 comentarios:

  1. Buen artículo, muy buena película.

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  2. Areg, muchas gracias por tu comentario! Nos alegra que te haya gustado. En especial por tu conocimiento sobre el cine. Gran blog el tuyo!

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