Es la Arveja Esperanza
Que se sube a la cabeza
Pero empieza por la panza
Y cuando llega a las manos
Nadie la puede parar.
“La Arveja Esperanza” - Arbolito
El 26 de junio se cumplieron ocho años de la Masacre de Avellaneda que terminó con las vidas de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán; los dos eran militantes del Movimiento de Trabajadores Desocupados. Como una manera recordatoria queremos entregarles esta reseña del libro de Maristella Svampa y Sebastián Pereyra “Entre la ruta y el barrio, la experiencia de las organizaciones piqueteras”.
Este libro fue escrito en el año 2003, en un momento de fuerte movilización e importancia política de los movimientos sociales de desocupados. En ese momento, todavía éste era un tema muy reciente y por lo tanto, no había comenzado a ser explorado. Los autores proponen un recorrido histórico de la formación, consolidación, auge y reflujo de las organizaciones piqueteras en Argentina. Para conseguir esto realizaron entrevistas y recopilaron testimonios de los propios protagonistas de estos movimientos, como piqueteros, sindicalistas, asambleístas y dirigentes. También trabajan con artículos escritos, provenientes de los diarios locales y nacionales.
El interés principal de Svampa y Pereyra es
entender el surgimiento de las organizaciones piqueteras y observar las diferentes estrategias y caminos que toma cada grupo; y poder entender que a pesar de esta multiplicidad de ideologías, pueden ser catalogados como un movimiento social único: el movimiento piquetero. Estos movimientos sociales surgen como una respuesta a las consecuencias del neoliberalismo. La privatización y la flexibilización laboral destruyeron la industria argentina, dejando gran cantidad de desocupados.
Ellos entienden que el origen de los movimientos piqueteros tiene dos “vertientes”: por un lado, a partir de los piquetes y puebladas del interior del país a fines de los años noventa, con Cutral Có y General Mosconi como los casos más importantes; y por el otro lado, con las organizaciones territoriales que se movilizan en el conurbano bonaerense. La importancia de las puebladas del interior es que actúan como un “mito fundante”: adoptan un nuevo método de protesta, el piquete o corte de ruta; aparece la nueva identidad de piquetero, y sobre todo, hacen que se haga visible el problema de la desocupación. Aparece la asamblea como instancia de participación y toma de decisiones, que se produce tanto en los cortes de ruta del interior, como en los movimientos piqueteros del conurbano.
También distinguen a los diferentes movimientos piqueteros según la “línea de acción” que llevan adelante. Los autores proponen tres grandes líneas: la sindical, la política y la territorial. Estos diferentes tipos de acciones muestran la ideología y metodología de los diferentes movimientos sociales.
Primero, los grupos principales que llevan adelante una línea de acción sindical son la Federación Tierra, Vivienda y Hábitat, y la Corriente Clasista y Combativa, con tendencias a la institucionalización, es decir, a negociar con el gobierno. Pero más allá de esta similitud, estas dos organizaciones mantienen numerosas diferencias, ya que la CCC adscribe a una concepción revolucionaria y anti-electoralista (ligada a las ideas maoístas del Partido Comunista Revolucionario), mientras que el FTV sólo plantea la política como un canal para negociar con el Estado. Esta organización basa su poder en el trabajo territorial localizado en los barrios de La Matanza, con origen en los asentamientos populares de la década del ’80, liderados por Luis D’Elia. Por otro lado, más cercana a una concepción de tipo clasista, la CCC cuenta con una presencia más fuerte de ex obreros industriales.
Otra línea de acción interesante para destacar del estudio de Svampa y Pereyra es la línea territorial. Habíamos señalado la importancia del trabajo territorial de la FTV que, sin embargo, los autores la clasifican dentro de la línea de acción sindical. Los movimientos sociales que desarrollan una línea de acción territorial están basados en el trabajo barrial e intentan mantener toda autonomía respecto del Estado. Por ejemplo, la Unión de Trabajadores Desocupados de General Mosconi que, en la época de la pueblada, funcionó prácticamente como una “municipalidad paralela”, desarrollando proyectos productivos a partir de los planes sociales ganados por la lucha de los desocupados. También, en el sur bonaerense se desarrollan diversos Movimientos de Trabajadores Desocupados, que en oposición a las estrategias sindicales de escala nacional, optan por una propuesta comunitaria y en la construcción de contrapoder o poder popular y autónoma del poder político nacional.
El movimiento piquetero, con un período de cooperación entre organizaciones e intentos de unificación a partir de asambleas nacionales, consigue una gran visibilidad y protagonismo como actor social. La crisis desatada en 2001, sobre todo en diciembre, encuentra a estos grupos en su pico máximo de la actividad y con un alto grado de apoyo de las clases medias urbanas. Así lo demuestra el canto popular inmortalizado en esas jornadas de protesta masiva contra la clase política dirigente y contra un modelo económico neoliberal: “Piquete y cacerola, la lucha es una sola”. Pero esta visibilidad y el fracaso de las asambleas conducen a un proceso de competencia entre organizaciones.
Sumado a estos problemas internos, los medios de comunicación masivos llevaron adelante una campaña de ataque sobre los grupos piqueteros, buscando crear o influir negativamente en la “opinión pública”. Esto logró un descenso de la imagen de legitimidad de los reclamos piqueteros, ya que también la política de criminalización de la protesta social iba a ser llevada adelante por parte del Estado, como por ejemplo, la represión que mencionamos en Avellaneda. El desgaste de la movilización de las clases medias terminó a los pocos meses y junto con esto, la radicalización de una sociedad que pedía calma después de haber desatado una tormenta.
El libro nos ofrece un completo panorama de lo que fue y es el movimiento piquetero. En fin, es una obra infaltable para quien desee comprender los procesos de movilización social en los últimos quince años. Una movilización que se construye “entre la ruta y el barrio”.
Este libro fue escrito en el año 2003, en un momento de fuerte movilización e importancia política de los movimientos sociales de desocupados. En ese momento, todavía éste era un tema muy reciente y por lo tanto, no había comenzado a ser explorado. Los autores proponen un recorrido histórico de la formación, consolidación, auge y reflujo de las organizaciones piqueteras en Argentina. Para conseguir esto realizaron entrevistas y recopilaron testimonios de los propios protagonistas de estos movimientos, como piqueteros, sindicalistas, asambleístas y dirigentes. También trabajan con artículos escritos, provenientes de los diarios locales y nacionales.
El interés principal de Svampa y Pereyra es
entender el surgimiento de las organizaciones piqueteras y observar las diferentes estrategias y caminos que toma cada grupo; y poder entender que a pesar de esta multiplicidad de ideologías, pueden ser catalogados como un movimiento social único: el movimiento piquetero. Estos movimientos sociales surgen como una respuesta a las consecuencias del neoliberalismo. La privatización y la flexibilización laboral destruyeron la industria argentina, dejando gran cantidad de desocupados.
Ellos entienden que el origen de los movimientos piqueteros tiene dos “vertientes”: por un lado, a partir de los piquetes y puebladas del interior del país a fines de los años noventa, con Cutral Có y General Mosconi como los casos más importantes; y por el otro lado, con las organizaciones territoriales que se movilizan en el conurbano bonaerense. La importancia de las puebladas del interior es que actúan como un “mito fundante”: adoptan un nuevo método de protesta, el piquete o corte de ruta; aparece la nueva identidad de piquetero, y sobre todo, hacen que se haga visible el problema de la desocupación. Aparece la asamblea como instancia de participación y toma de decisiones, que se produce tanto en los cortes de ruta del interior, como en los movimientos piqueteros del conurbano.
También distinguen a los diferentes movimientos piqueteros según la “línea de acción” que llevan adelante. Los autores proponen tres grandes líneas: la sindical, la política y la territorial. Estos diferentes tipos de acciones muestran la ideología y metodología de los diferentes movimientos sociales.
Primero, los grupos principales que llevan adelante una línea de acción sindical son la Federación Tierra, Vivienda y Hábitat, y la Corriente Clasista y Combativa, con tendencias a la institucionalización, es decir, a negociar con el gobierno. Pero más allá de esta similitud, estas dos organizaciones mantienen numerosas diferencias, ya que la CCC adscribe a una concepción revolucionaria y anti-electoralista (ligada a las ideas maoístas del Partido Comunista Revolucionario), mientras que el FTV sólo plantea la política como un canal para negociar con el Estado. Esta organización basa su poder en el trabajo territorial localizado en los barrios de La Matanza, con origen en los asentamientos populares de la década del ’80, liderados por Luis D’Elia. Por otro lado, más cercana a una concepción de tipo clasista, la CCC cuenta con una presencia más fuerte de ex obreros industriales.
Otra línea de acción interesante para destacar del estudio de Svampa y Pereyra es la línea territorial. Habíamos señalado la importancia del trabajo territorial de la FTV que, sin embargo, los autores la clasifican dentro de la línea de acción sindical. Los movimientos sociales que desarrollan una línea de acción territorial están basados en el trabajo barrial e intentan mantener toda autonomía respecto del Estado. Por ejemplo, la Unión de Trabajadores Desocupados de General Mosconi que, en la época de la pueblada, funcionó prácticamente como una “municipalidad paralela”, desarrollando proyectos productivos a partir de los planes sociales ganados por la lucha de los desocupados. También, en el sur bonaerense se desarrollan diversos Movimientos de Trabajadores Desocupados, que en oposición a las estrategias sindicales de escala nacional, optan por una propuesta comunitaria y en la construcción de contrapoder o poder popular y autónoma del poder político nacional.
El movimiento piquetero, con un período de cooperación entre organizaciones e intentos de unificación a partir de asambleas nacionales, consigue una gran visibilidad y protagonismo como actor social. La crisis desatada en 2001, sobre todo en diciembre, encuentra a estos grupos en su pico máximo de la actividad y con un alto grado de apoyo de las clases medias urbanas. Así lo demuestra el canto popular inmortalizado en esas jornadas de protesta masiva contra la clase política dirigente y contra un modelo económico neoliberal: “Piquete y cacerola, la lucha es una sola”. Pero esta visibilidad y el fracaso de las asambleas conducen a un proceso de competencia entre organizaciones.
Sumado a estos problemas internos, los medios de comunicación masivos llevaron adelante una campaña de ataque sobre los grupos piqueteros, buscando crear o influir negativamente en la “opinión pública”. Esto logró un descenso de la imagen de legitimidad de los reclamos piqueteros, ya que también la política de criminalización de la protesta social iba a ser llevada adelante por parte del Estado, como por ejemplo, la represión que mencionamos en Avellaneda. El desgaste de la movilización de las clases medias terminó a los pocos meses y junto con esto, la radicalización de una sociedad que pedía calma después de haber desatado una tormenta.
El libro nos ofrece un completo panorama de lo que fue y es el movimiento piquetero. En fin, es una obra infaltable para quien desee comprender los procesos de movilización social en los últimos quince años. Una movilización que se construye “entre la ruta y el barrio”.
Nombre: Entre la ruta y el barrio. La experiencia de las organizaciones piqueteras
Autores: Maristella Svampa y Sebastián Pereyra
Editorial: Biblos
Año: 2009 (3ra edición)
Libros relacionados: De Cutral-Có a Puente Pueyrredón. Una genealogía de los Movimientos de Trabajadores Desocupados, de Mariano Pacheco
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