H.I.M.Y.M. siempre coqueteó con la historia. |
Dos aclaraciones antes de empezar: la primera, no vayan a creer que esto es una falsa clase de historia de Barney; la segunda, MEGA SPOILERS adelante, si no viste How I Met Your Mother (H.I.M.Y.M.) entera, no leas este posteo. Bien, todos los que vimos la serie sabemos que la famosa madre, Tracy McConnell, muere poco antes del año en que comienza el relato (2030). La mayoría de los fanáticos se enojó con el final y, de hecho, se lo considera uno de los peores finales de la televisión (en particular, a mí no me molestó tanto: peor fue la sola existencia de toda la novena temporada que arruina la mayor cantidad de los chistes históricos de la serie). Además de matar al personaje-móvil de la serie, lo que pasa después molestó a muchos espectadores. Y es que sus hijos convencen a Ted de volver a salir con Robin, alegando que toda la charla, que dura nada menos que 9 años de relatos, no es más que un gran argumento para eso. Esto hizo sentir traicionado a más de uno: "al final Ted ni la quería a Tracy, sólo le quería dar a Robin", dicen los detractores. Y si vuelven a ver la serie, van a admitir que los hijos tienen un buen punto. El relato que mantiene Ted (obviando las largas tramas de relleno) empieza y termina con Robin, y gira alrededor de su relación.
Algo así como el Playbook de Hayden White. |
¿Por qué esto nos sirve para reflexionar sobre historia? Porque si bien en la historiografía no se trabaja sobre una persona o un problema amoroso, sino sobre sociedades y problemas generales, el trabajo principal del historiador es la interpretación del pasado. Es decir, lo que está haciendo Ted en su relato alrededor de sus recuerdos. Durante muchos años, la historiografía pretendió lo mismo: estudiar el pasado a través de una metodología única para conocer una supuesta verdad objetiva. Y aunque a lo largo del siglo XX la academia histórica criticó este precepto, lo cierto es que la disciplina mantuvo los mismos parámetros. Sobre todo, en la opinión de la mayoría de las personas, la premisa se mantuvo: la historia debía contar “la verdad de lo que pasó”. La crítica que generalmente se hace a H.I.M.Y.M. se basa en esta misma idea, es decir, en que el relato de Ted es “la verdad de lo que pasó”, y, por lo tanto, siempre quiso más a Robin que a la famosa madre.
Sin embargo, hacia los años '70 aparecieron las primeras críticas a esta visión de la historia. Autores como Hayden White se ocuparon de desglosar los textos de historia en un análisis discursivo textual y concluyeron que su forma imitaba más un relato literario que un texto científico. Estas propuestas sostuvieron que, desde el siglo XIX, los historiadores hicieron uso de los mismos recursos literarios para organizar los hechos del pasado y construir su interpretación. Autores posteriores a White fueron mucho más allá, afirmando que la historia sólo se dedicaba a escribir relatos a partir de otros relatos, aquellos que un historiador suele llamar “fuente” (desde un registro contable hasta una carta o testimonio), aduciendo, en otras palabras, que no había contacto alguno entre lo escrito y la realidad del pasado.
Sin embargo, hacia los años '70 aparecieron las primeras críticas a esta visión de la historia. Autores como Hayden White se ocuparon de desglosar los textos de historia en un análisis discursivo textual y concluyeron que su forma imitaba más un relato literario que un texto científico. Estas propuestas sostuvieron que, desde el siglo XIX, los historiadores hicieron uso de los mismos recursos literarios para organizar los hechos del pasado y construir su interpretación. Autores posteriores a White fueron mucho más allá, afirmando que la historia sólo se dedicaba a escribir relatos a partir de otros relatos, aquellos que un historiador suele llamar “fuente” (desde un registro contable hasta una carta o testimonio), aduciendo, en otras palabras, que no había contacto alguno entre lo escrito y la realidad del pasado.
Si volvemos a la serie, estos planteos no están para nada errados: en más de una ocasión, Ted advierte que la historia es un relato construido por él mismo y que por eso depende de los datos que recuerda. Basta mencionar el episodio en que una de sus ex novias se llama “Blabla” (y así aparece nombrada en los diálogos del capítulo), aquel donde Robin y Barney son casi obesos porque están en pareja, o el “sandwich” cada vez que el grupo de amigos se fuma un porro. Ted está siendo muy explícito: admite que su relato es un pasado seleccionado, reconstruido y reinterpretado. También elabora “discurso sobre otros discursos” cada vez que narra algo que sucedió mientras él no estaba, y en muchos casos vuelve a dejar en claro la construcción del relato: Marshall dice que su equipo de basquet juega contra profesionales y un lobo adolescente, Robin dice saltar cuatro autos chocados con una bicicleta y Barney dice escuchar una canción que pide que confiese su infidelidad a Nora.
¿Tracy o Robin? ¿Qué historia contó? |
Ahora resulta que el problema es el contrario: Ted no dijo nunca la "verdad", pero ¿acaso mintió de principio a fin? Este es un problema menor para una serie de televisión, pero para la sociedad occidental supuso una crítica y una desconfianza profundas a la noción misma de historia. A partir de los años ochenta y hasta inicios de los noventa, se extendió un debate muy importante denominado "el giro lingüístico", relativo al mundo académico de las ciencias sociales y humanas: se plantearon las posturas extremistas antes mencionadas, algunas posiciones matizadas, defensas conservadoras y diversos planteos que se preguntaban por el futuro del rol de historiador. Contra todo pronóstico, el estudio de la historia siguió existiendo y todavía existimos los historiadores. El debate no terminó por eliminar la historiografía, y de hecho ayudó a consolidar nuevos campos dentro del estudio, como la historia cultural, que dejó de ser criticada por estudiar la producción de ficción en lugar de las "verdades" de los documentos. El giro lingüístico, sobre todo, dio lugar a un interrogante clave: qué estudiamos.
La conclusión más interesante del debate es que la búsqueda de una objetividad y un relato “real” de la historia es, como mínimo, una búsqueda estéril. Perseguir la objetividad sería un esfuerzo fútil. El historiador estudia el pasado con el objeto de interpretarlo, para encontrar respuestas a los problemas del presente o mejores preguntas para comprenderlo y trabajar sobre el futuro. En otras palabras, volvemos al pasado no para encontrar una verdad absoluta sino explicaciones que respondan a nuestro requerimiento. La metodología es un tema aparte. Las críticas más extremas afirmaban que escribir la historia era esbozar un “discurso sobre otros discursos”, sin ningún contacto con la realidad; en este sentido, se llegó a homologar la escritura de historia con la escritura de ficción. No comprendían que el “discurso sobre discursos” del historiador era, sobre todo, un panorama complejísimo extraído de numerosas y diversas fuentes comparadas que daban cuenta de distintos aspectos de la realidad. Todas las ciencias se valen de varias fuentes indirectas, incluso la física utiliza estadísticas, técnica y experimentación: así como nadie puede ver un átomo, nadie puede viajar al pasado (sin contar a Marty y al Doc, de quienes tal vez hablaremos en un próximo posteo). Al igual que un historiador, Ted reconstruye el pasado comparando y trabajando con las fuentes de las que dispone para reflexionar sobre su presente y, sobre todo, su futuro. El pasado ya pasó, y aunque no puede volver a vivirlo, su construcción de ese pasado es una nueva oportunidad con Robin en el futuro.
Seamos historiadores o no, las formas de revisar el pasado son algo que no podemos abandonar y a lo que no debemos renunciar. Es lo único que tenemos como sociedad y como individuos para entender nuestro presente y transformar nuestro futuro. No podemos dejar de pensar hacia atrás y quedarnos sin entender cómo llegó ese ananá misterioso al lado de la cama.
¡Suit up!
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