Cada 24 de abril se recuerda el genocidio armenio, cometido por el Imperio Otomano. Este año es particularmente importante porque se conmemoró el Centenario del inicio de este crimen. Puede ser que sea la primera vez que escuches sobre este tema o que conozcas muy poco (sobre todo, comparado a la difusión de otros genocidios). Te invitamos, en esta entrada, a conocer un poco sobre el primer genocidio del siglo XX.
Logo oficial del Centenario. |
Como describimos brevemente en un artículo anterior, Armenia es una nación con mucha historia. Su primer Estado dataría de comienzos del primer milenio antes de Cristo. Su territorio histórico se extendió por el Caúcaso (donde se ubica la República actual) y parte de la península de Anatolia, una zona de contacto entre Asia, Africa y Europa y, por lo tanto, pretendida por los sucesivos imperios de las regiones vecinas (asirios, persas, helénicos, romanos, bizantinos, árabes, otomanos y rusos). Frente a rivales más poderosos, Armenia debió luchar para mantener su propia identidad, sobre todo a partir de dos elementos: la adopción del cristianismo como religión y la creación de un alfabeto propio (ambos en el siglo IV). El último reino armenio independiente llegó a su fin en el siglo XIV frente al avance turco-otomano, un pueblo originario de la región de Mongolia que había adoptado la religión musulmana. Este pueblo conquistó Constantinopla, capital del Imperio Bizantino, en 1453, y penetró también en el continente europeo. La parte occidental de los territorios habitados por armenios quedó en manos otomanos durante los siguientes cinco siglos.
Los armenios -y los demás pueblos conquistados- convivieron en paz con los turcos, aunque en desigualdad de derechos, hasta finales del siglo XIX (cuando el sultán Abdul Hamid II "el Rojo" llevó adelante masacres contra armenios). En el siglo XIX se consolidaron las burguesías en Europa occidental, pero también en el Imperio otomano. Tanto los burgueses turcos como armenios enviaron a sus hijos a estudiar en las universidades europeas, en donde entraron en contacto con las ideologías de la época: el nacionalismo, el liberalismo y el socialismo. Esto repercutirá en los proyectos políticos de estas elites en su regreso al Imperio. A través de la creación de nuevos partidos políticos, los armenios buscaron mejorar sus condiciones de vida y los turcos quisieron terminar con el sultanato y formar una república moderna.
Deportación de mujeres y niños. |
El siglo XX comenzó de una manera bastante trágica para el Imperio Otomano. Perdió sus territorios europeos frente al Imperio Austro-húngaro. Esto, sumado a la presión rusa en el oriente, presentó un panorama de disgregación del imperio. En este contexto, los "Jóvenes Turcos", dirigentes políticos del Imperio desde 1908, elaboraron un plan de exterminio sistemático con el objetivo de eliminar a la población no turca. Si bien la población armenia fue la principal víctima de las prácticas genocidas, no fue la única: griegos, árabes, kurdos también fueron exterminados. El desarrollo de masacres fue posibilitada por el comienzo de la Primera Guerra Mundial, en la que el Imperio Otomano fue aliado de los imperios alemán y austro-húngaro. Esto sirvió de base, por un lado, como mecanismo genocida, a partir de las reubicaciones de población por deportaciones en "caravanas de la muerte" a través de los desiertos, y por otro lado, como justificación actual de las responsabilidades estatales, considerando las muertes de armenios como consecuencia no deseada de la guerra.
La fecha del 24 de abril de 1915 es considerada el comienzo del genocidio debido a que, durante la noche, fueron detenidos intelectuales, políticos, artistas y religiosos armenios de Constantinopla, quienes podrían haber articulado una resistencia al genocidio. La participación otomana en la guerra también les permitió reclutar a los hombres armenios en edad y condiciones de servicio, llevándolos a la línea de combate y dejando indefensos/as a mujeres, niños, ancianos y enfermos. Estos últimos fueron quienes sufrieron las deportaciones y las vejaciones en las llamadas "caravanas de la muerte", sufriendo violaciones y/o viendo como sus familiares eran asesinados o desfallecían de hambre, sed y cansancio en el desierto.
Una cuestión importante es que el Estado turco, sucesor del Imperio Otomano, hasta hoy en día niega el carácter de genocidio que tienen estos crímenes. A pesar de los Estados que han reconocido el genocidio armenio (en el momento de publicación de este artículo son veinticuatro, entre ellos, Argentina en sus tres poderes) y la presión internacional, la posición oficial turca se mantiene casi imperturbable. Su posición estratégica desde el triunfo de la Revolución Rusa, ha convertido a este Estado en un aliado importante a mantener por las potencias occidentales, en especial por los Estados Unidos. Los recursos estatales turcos y su posición geopolítica permiten mantener todavía un importante silencio entre políticos y académicos afines. Razones para seguir luchando, con honestidad intelectual, por la Memoria, Verdad y Justicia.
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