martes, 21 de agosto de 2012

Juegos Olímpicos: Berlín '36, la fachada del nazismo

Izquierda: la avenida Unter den Linden en Berlín decorada con banderas.
Derecha: una enorme muchedumbre atraviesa la calle principal.
“El Movimiento Olímpico tiene por objetivo contribuir a la construcción de un mundo mejor y más pacífico, educando a la juventud a través del deporte practicando sin discriminación de ninguna clase y dentro del espíritu olímpico, que exige comprensión mutua, espíritu de amistad, solidaridad y juego limpio.” (Carta Olímpica, sexto principio fundamental)
La 11° edición de los Juegos Olímpicos no habría de pasar a la historia como un certamen deportivo más. No sólo sería el retorno de Alemania a los JJOO desde su derrota en la Primera Guerra Mundial. Berlín’ 36 se convertiría en un acontecimiento emblemático por la imagen que Alemania buscaría presentar de sí. Imagen con dos caras contradictorias: la de ser un escenario para reafirmar las teorías de la supremacía racial aria y la de mostrar a la nación nazi como un país pacífico y tolerante. 
La elección de la ciudad de Berlín como sede olímpica en 1931 sería vista por ideólogos destacados del nazismo como Rosenberg como la oportunidad de dar a conocer lo que para ellos se presentaba como una verdad evidente “la supremacía de la raza aria”; cuyo fin en última instancia sería el de justificar el expansionismo alemán en la Europa Central y Oriental. A su vez constituía para Hitler una buena plataforma propagandística que no sólo serviría para mejorar su imagen ante la comunidad internacional, sino también para desviar la atención de los crímenes del nazismo. Las relaciones del führer con el Comité Organizador serían tensas, sobre todo tras exigir Hitler se destituyera a dos de sus miembros por ser de ascendencia judía. Ante dicho planteo el Comité Olímpico Internacional amenazaría a Alemania con designar otra sede, y le exigiría garantizar igualdad de condiciones a los judíos alemanes. Exigencia claro está que estuvo lejos de cumplirse; en tanto ya a partir de 1933 el nazismo había impulsado una política de expulsión sistemática de judíos y gitanos de todas las organizaciones deportivas, privándolos de las instalaciones necesarias para sus prácticas. Sólo una atleta de origen judío participaría por Alemania, en lo que fuera entendido como un intento por aplacar la crítica internacional y de hacer creer la persecución de los judíos no era más que una fantasía. Se trataría de la esgrimista Helene Mayer, radicada en EEUU, quién obtendría una medalla plateada. Otras atletas de origen judío, como Gretel Bergman, expulsadas del equipo de atletismo por “razones deportivas”; habrían de verse privadas de participación a pesar de sus excelentes rendimientos deportivos. 
Anverso y reverso de la medalla olímpica.
Junto a la política de segregación de las organizaciones deportivas, el nazismo desplegaría de la mano de Goebbels, una intensa política propagandística destinada a la exaltación del poderío físico y de la superioridad racial aria, que se extendería incluso tras los JJOO. Así se observa en la realización dos años más tarde de la película “Olympia”, dirigida por Leni Riefenstahl, por encargo del gobierno alemán. El film desde su comienzo reforzaría una idea que había sido estimulada por los ideólogos del nazismo ya antes de que Berlín fuera electa como sede: la de la asociación entre el ideal del atleta ario y el de la antigüedad clásica. En este sentido no sorprende que en 1936 se inaugurara el rito olímpico de relevo de la antorcha desde Olimpia hasta la sede de los Juegos. El gran desfile militar en la ceremonia de inauguración daría cuenta cómo los JJOO representaban a su vez una demostración del poderío armado nazi. 
En la búsqueda de crear una imagen más pacífica y tolerante ante los visitantes extranjeros, durante las olimpiadas serían quitados los carteles antisemitas y se eximiría a los asistentes de las leyes contra la homosexualidad. 
Luz Long y Jesse Owens conversan durante la pausa de salto en largo.
En lo que refiere al desempeño deportivo durante los juegos dos casos serían recordados por la historia: el de Jess Owens y el de Helen Stepehns. A pesar de que gran parte de la prensa afroamericana boicoteara la participación en los JJOO, el atleta norteamericano de origen afrodescendiente Jess Owens insistió en la importancia de hacerse presente en la competencia por considerar que sus victorias podrían repudiar las teorías raciales nazis. Su brillante actuación y la obtención de cuatro medallas doradas, derrotando a Long quien constituyera para los alemanes “el prototipo ideal de ario” habrían de ser uno de los tantos golpes que el régimen nazi habría de vivir en su territorio. A él se sumarían las nueve medallas ganadas por atletas judíos. Así el primer objetivo señalado al inicio concluiría en un fracaso, aún cuando no faltaran ocasiones en las que el gobierno nazi intentara tergiversar los resultados. Un caso famoso fue el de la estadounidense Helen Stephens a quién la delegación polaca acusó de sexo falso, argumentando que sólo un hombre podría haber derrotado en la carrera de 100m a Estanislava Wlasiewicz, sospechada de lo mismo. Se le exigió que mostrara su sexo pensando que por pudor no lo haría; sin embargo ella se desnudó ante los jueces y sólo así pudo defender su medalla.
Estos fueron algunos de los casos donde al interior de los JJOO se boicoteaban las teorías nazis; aún cuando éstos hubieran sido parcialmente exitosos como pantalla de los crímenes, no dejaron de faltar las disidencias desde el momento mismo en que Berlín fuera electa sede olímpica. Distintas organizaciones judías se manifestaron en contra e incluso presionaron a los atletas a no participar. Muchos deportistas se negaron a participar. La URSS, la cual para ese entonces adoptaría una política de “lucha antifacista” reemplazando la de “lucha de clase contra clase”, no competiría. Sin duda el caso de boicot más significativo sería la organización de La Olímpiada Popular de Barcelona, la cual había logrado convocar más de seis mil participantes. Sin embargo ésta no lograría concretarse debido al estallido de la Guerra Civil. Más allá de estas impugnaciones, gran parte de la prensa norteamericana habría de elogiar el papel de Alemania como anfitriona, incluso calificándola de “humanitaria”. En términos generales si bien fracasaría en su primer objetivo, en su búsqueda por hacerse de una imagen más positiva ante el conjunto de la comunidad internacional, el nazismo se mostraría más exitoso.

Argentina en Berlín ´36
Si bien Buenos Aires no había logrado ser electa sede olímpica, los JJOO de 1936 serían recordados por haber participado en ellos por primera vez una mujer argentina: la nadadora Jeanette Campbell, quien obtendría una medalla de plata. Argentina obtendría cuatro medallas en boxeo (una de oro, una de plata y dos de bronce); así como también una de oro en polo.

Imágenes
Fotografías extraídas de un álbum de figuritas para chicos de la época, editado con motivo de los Juegos Olímpicos de Berlín 1936.

Ver mas en:
- Fernández Asín Enrique, La política en las Olimpiadas de Berlín 1936, Universidad Autónoma de Barcelona, 1997.

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