Carlos Mugica fue un sacerdote que no pasó nunca desapercibido. Tenía tanto seguidores como detractores. Los inicios de su vida se dan en las comodidades de una familia aristocrática de Barrio Norte. Sin embargo, se lo recuerda hasta hoy en día por su acción en la villa de Retiro junto a los más pobres, habiendo sido uno de los referentes del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM). Su experiencia en los barrios pobres en 1955, observando la tristeza popular por el golpe de Estado contra Perón, lo convierte en peronista, a pesar de que en los últimos años se habían enfrentado la institución eclesial con el gobierno.
Diario Crónica del 12 de mayo de 1974. |
Los años ‘60 significan una radicalización del catolicismo, a partir del Concilio Vaticano II y la Conferencia Episcopal de Medellín, pero también en base a las experiencias previas de los religiosos que convivían con la realidad del continente. Un camino considerado posible de transformación era la lucha armada. El sacerdote y guerrillero colombiano Camilo Torres es el mayor ejemplo del compromiso cristiano, hasta el punto de tomar las armas. Mugica en un primer momento considera la lucha armada, pero más adelante la condena, lo que lo conduce a un distanciamiento de sus ex discípulos, dirigentes de Montoneros. Con el regreso de Perón, forma parte del Ministerio de Bienestar Social, bajo el siniestro “Brujo” López Rega, aunque enfrentado a éste. El día sábado 11 de mayo de 1974. Mugica salía de dar la misa en la parroquia San Francisco Solano, en el barrio porteño de Villa Luro (no en Mataderos, como suele figurar en la mayoría de la bibliografía). En la calle, un hombre llamó a Mugica y al darse vuelta, recibió los disparos, que provocaron más tarde su muerte.
Antes que nada, vale señalar que ninguna organización se hizo cargo del asesinato de Mugica. Se culpó tanto a Montoneros como a López Rega y la Triple A, ambos enfrentados al cura. Sin embargo, ambos lo desmintieron y revalorizaron la figura del muerto.
Revista cercana a la AAA |
Sin embargo, lo más interesante con respecto a este tema, es la evolución sobre las culpas atribuidas en los días siguientes a los considerados responsables de la muerte de Mugica. Los “villeros” que participaron del sepelio canalizaron su enojo contra los miembros de Montoneros que también se acercaron a despedir al cura. Eran sospechados de cometer el crimen, debido a las diferentes posiciones (el uso de la violencia, la participación en el Ministerio de Desarrollo Social, el liderazgo de Perón) que mantenían Mugica respecto de sus antiguos amigos de la conducción montonera. No obstante, Firmenich salió a desmentir en el diario “Noticias”, perteneciente a la organización. Por el otro lado, “El caudillo”, publicación relacionada con la Triple A, cambió hipócritamente su discurso anterior sobre el religioso, buscando desmentir la autoría del crimen. Pero, lejos de disipar las sospechas, este giro no hizo más que aumentarlas.
¿Por qué podría haber sido Montoneros? Los sectores cercanos al gobierno acusaron a Montoneros, con la excusa de que habían sido criticados por Mugica por abandonar la Plaza de Mayo durante el discurso de Perón del día primero de mayo. Algunos autores señalan la existencia de amenazas de muerte en nombre de Montoneros, aunque Firmenich lo había desmentido. También existían diferencias políticas en el interior del movimiento villero, lo que llevo a una fractura con los sectores alineados en la Tendencia. Estas diferencias se exacerban por las políticas del Ministerio de Desarrollo Social con respecto a la relocalización de la villa de Retiro. Mugica acepta la decisión del gobierno peronista, reavivando las disputas existentes entre “leales a Perón” y el Movimiento Villero Peronista.
En un momento de alejamiento y fuerte enfrentamiento entre la conducción montonera y el líder del movimiento, Mugica se coloca claramente al lado de Perón. Para algunos, este sería el motivo que tendría Montoneros para acabar con la vida de Mugica. Los días posteriores al 11 de mayo del ‟74, Firmenich publicaba en “Noticias” para demostrar la inocencia de la organización. A pesar del distanciamiento, habría hacia Mugica un afecto mayor que las diferencias (vale recordar que la militancia de Ramus, Abal Medina y Firmenich comienza guiada por las misiones del Padre Mugica). En cambio, este asesinato podría ser una estrategia de la AAA para dividir a las fuerzas populares. Es interesante señalar esta modalidad de no reconocer la autoría de un crimen político, que a efectos prácticos permitiría que la Triple A le “tire un muerto” a las organizaciones político-militares.
Parroquia San Francisco Solano, en Villa Luro |
Sin embargo, ¿cuáles fueron las razones que llevaron a la Triple A a cometer este asesinato? Están las calificaciones despectivas hacia el cura (“zurdo y peligroso”), hechas por el entorno del “Brujo”, sobre todo por la revista “El caudillo”. Este órgano de la ultra-derecha, financiado por la Triple A, amenazaba a Mugica en sus artículos. Desde una posición supuestamente cristiana, criticaba su relación con sectores de la izquierda peronista y ampliaba las acusaciones al total del MSTM, intentando vincularlos a sectores guerrilleros que buscaban engañar bajo una apariencia cristiana. También se reafirma la existencia de amenazas provenientes de la AAA a partir del alejamiento del cura del Ministerio. En sus discusiones con el titular, Mugica se habría dado cuenta que lo iba a mandar a matar y se lo comunicó a sus allegados.
Hoy en día, proceso judicial mediante, todo parece indicar que el ejecutor del asesinato de Mugica fue el subcomisario Rodolfo Almirón Sena, jefe operativo de la Triple A. Aunque Almirón, que murió en 2009, estaba condenado por diversos crímenes de la AAA, el asesinato de Mugica no se incluía entre éstos.
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