Se acerca nuevamente un campeonato mundial de fútbol. Las propagandas inundan las pantallas, comienzan a sentirse las expectativas y oirse las opiniones de expertos/as y no tanto. La relación entre fútbol y política ha tomado visibilidad en los últimos años a partir del Fútbol para Todos y de las protestas en Brasil. Sin embargo, esta relación no es para nada nueva. En este artículo queremos recorrer esta interacción a lo largo de algunos mundiales.
Mundial de Italia 1934. |
Podemos empezar recordando el Mundial de Italia de 1934. Con Mussolini en el poder, Italia llegó a la final. Aunque Argentina fue con equipo amateur y quedo eliminada tras perder su único partido contra Suecia, hubo cuatro argentinos que salieron campeones. Orsi, Guaita, Demaría y Luis Monti. Monti había jugado el mundial anterior para Argentina, siendo figura en el mediocampo, y disputando la final contra el local Uruguay. Sus experiencias en ambos campeonatos fueron totalmente contrapuestas. Años más tarde confesaba: "En Uruguay me querían matar si ganaba; en Italia, si no lo hacía". El mundial era excusa de Mussolini para mostrarle al mundo la Italia fascista.
El mundial siguiente, Francia 1938, se jugó en el clima bélico anterior al estallido de la Segunda Guerra Mundial. Suecia pasó de ronda por "no presentación" de Austria. ¿Qué había pasado? El país había sido invadido por la Alemania nazi. Los teutones reclutaron a algunos de los mejores jugadores austríacos (se dice que eran posibles campeones) para que integren su seleccionado. Checoslovaquia ya había sido anexada, Mussolini continuaba su gobierno fascista y en España se desarrollaba la Guerra Civil, que concluiría con casi cuarenta años de franquismo.
Saludo entre los capitanes de la RFA y RDA. |
El mundial siguiente toca de lleno en la historia (negra) de nuestro país. El campeonato de 1978 se disputó en una Argentina dictatorial y genocida, que intentó mostrar que, a pesar de las denuncias, era "derecha y humana". Estas denuncias hicieron que, entre otros, el mejor jugador de su tiempo, el holandés Johan Cruiff, se negará a participar. Lo cierto es que el torneo se llevó adelante a pesar de todo. El estadio de River Plate, escenario de la final, se encontraba a sólo diez cuadras de la ESMA, centro de detención, tortura y exterminio. Los testimonios de los/as secuestrados/as recuerdan los festejos y el ruido que llegaban desde la Avenida del Libertador, tras la obtención del trofeo.
Videla entregandole la copa a Passarella. |
El Mundial de 1982 en España se desarrolló durante el final de la derrota bélica argentina en la Guerra de Malvinas contra Inglaterra. Otra vez, la dictadura argentina tenía a mano el recurso del fútbol en momentos de tensión interna. Una especie de "revancha", casi poética, sería el partido de México '86 entre ambos seleccionados. Con el mejor Maradona se derrotó a la selección inglesa en un partido que significaba más que sólo fútbol. Imborrable por los dos goles del 10: uno con la mano y otro gambeteando (y ridiculizando) a todos los que se atrevieron a cruzarse en el camino de su mágica zurda.
El mandamás de la FIFA en los tiempos de 1994, el brasileño Joao Havelange, decía que business are business. Entonces si era negocio hacer un mundial en Estados Unidos, pese a la nula tradición futbolera, la decisión estaba tomada. Una de las selecciones candidatas en la previa era Colombia, con una gran generación de futbolistas y un rotundo triunfo contra Argentina en las eliminatorias. Sin embargo, su actuación en el torneo fue decepcionando y se volvió en primera ronda. Andrés Escobar, figura de la defensa, fue asesinado en Medellín, por narcos que lo hicieron responsable por su gol en contra. Narcos, que frente a la ausencia de intervención estatal y su relación con los grupos para-militares, funcionaban como un Estado dentro del Estado.
Este recorrido termina acá, en la espera de un nuevo torneo, y de los eventos que puedan sumarse a esta breve reseña. Un torneo realizado en un país donde la desigualdad persiste y el mundial parece ser una excusa para la militarización y criminalización de la población pobre de los barrios populares y favelas.
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