En este artículo nos interesa desarrollar algunas características de la situación social y política chilena durante gran parte del siglo XX. Como el objetivo principal es llegar a comprender las condiciones que posibilitaron el ascenso al poder de un presidente socialista, Salvador Allende, en 1970, nos parece importante detenernos particularmente en los cambios producidos durante la década de 1960. También este artículo está pensado para entender posteriormente el gobierno socialista de la Unidad Popular.
Alexandre Frei. |
Un rasgo característico de la historia chilena es la estabilidad de su sistema político democrático que, a diferencia de la mayoría de los demás países latinoamericanos, prácticamente no había sufrido golpes de estado cívicos o militares hasta 1973. La excepción es en los inicios del régimen presidencial, en las décadas del '20 y '30.
Otra particularidad chilena es la participación política e institucional de los partidos tradicionales de la izquierda. El Partido Comunista y Socialista participan de las elecciones, y logran formar parte del gobierno del Frente Popular a fines de la década del '30, bajo la estrategia de "frente popular antifascista". Nuevamente, esto resulta contrastante con el resto del continente, donde generalmente los partidos de izquierda fueron proscriptos (aunque el PCCh también sufrió la clandestinidad), con el caso del PC brasilero como el más paradigmático. Aún más importante, en ningún otro país latinoamericano lograron un triunfo aunque sea conformando una alianza con partidos burgueses.
El sistema político chileno es (o era) llamado "tres tercios". Un tercio de la población se inclinaría a votar por las opciones de la derecha política, otro tercio por el centro y el tercio restante votaría a la izquierda. Esta base de votantes de cada posición del espectro ideológico variaba según la coyuntura social. En este tipo de sistema de tanta paridad en cuanto al resultado electoral, las alianzas políticas juegan un papel esencial. El "centro" está representado por el Partido de la Democracia Cristiana, al estilo de los países europeos.
Por último, hay que señalar el papel del Parlamento, que tiene que ratificar el resultado de las elecciones del Poder Ejecutivo, lo que tradicionalmente se respetó. Sin embargo, con un Parlamento dividido casi igualitariamente entre los partidos, esta tradición de respetar el voto popular podría haberse pasado por alto (como podría haber sido tras la victoria allendista), teniendo que llamarse en ese caso a nuevas elecciones.
Pobladores construyendo sus viviendas. |
El triunfo de la Revolución Cubana y su radicalización marca una nueva política norteamericana respecto a su "patio trasero". Junto a un entrenamiento militar de los ejércitos latinoamericanos en lucha "anti-subversiva", Kennedy lleva adelante la Alianza para el Progreso. Esta consiste en un plan económico de modernización de las estructuras sociales y económicas para evitar una posible revolución. Esta política yankee retoma la teoría del desarrollo, con inserción previa a nivel latinoamericano en la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Esta orientación económica se llevó adelante en los gobiernos de Frondizi en Argentina, y justamente en Chile, en el gobierno de la DC de Frei, entre 1964 y 1970.
En este sexenio se producen cambios estructurales, además de la radicalización política mundial y continental, que van a permitir el triunfo de un candidato socialista, inaugurando la "vía democrática al socialismo". El gobierno desarrollista de Frei, con su consigna de "revolución en libertad", lleva adelante una tibia reforma agraria, que busca modernizar al ineficiente latifundio y crear pequeños propietarios. Pero la consecuencia fundamental de este accionar, imperdonable para las clases dominantes chilenas, fue el inicio de la movilización y sindicalización en el campo. El apoyo a las políticas reformistas proviene de la burguesía industrial chilena, mientras que la oligarquía latifundista ve afectados sus tradicionales intereses, anteriormente coexistentes con los de la burguesía. Junto a la radicalización de los sectores campesinos, crece también la movilización social en la clase obrera, la juventud universitaria, y en las mismas bases de la DC, descontentas con el gobierno de su propio partido, que comenzaran a formar nuevos partidos cristianos y de izquierda, sumándose a la Unidad Popular.
Un ejemplo claro de la organización popular es el movimiento de pobladores, que surge en las ciudades a finales de los años 50 para enfrentar los problemas de vivienda y servicios, en que se encuentran los habitantes de la periferia de la misma. Este movimiento logra que los diferentes gobiernos respondan a las necesidades sociales y a lo largo de la década serán las cuna de militantes y agrupaciones políticas, excediendo la militancia barrial.
Discurso de Allende, el día siguiente a las elecciones de 1970. |
La fractura del bloque formado por las clases dominantes y la radicalización de sectores medios, obreros y campesinos, durante la década de 1960, van a permitir el ascenso de un gobierno socialista en elecciones. Esta es una nueva experiencia en el continente, y a contramano de la estrategia de la lucha armada, predominante en la izquierda de ese tiempo; lo que sólo se puede explicar por las particularidades de la sociedad chilena y de su sistema político.
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